En el mes de agosto, la China de las grandiosas y originales infraestructuras inauguraba un nuevo puente de cristal de 210 metros de longitud sobre el río Amarillo, cuna de la milenaria civilización china.
El puente se encuentra en las proximidades de Zhongwei, en la región noroccidental de Ningxia, situado a 10 metros de altura vertical por encima del río. El puente, en el que el antiguo tablero de madera se ha reemplazado con vidrio templado, tiene 2,6 metros de ancho.
Este es el primer puente acristalado que se construye sobre el Amarillo, aunque no es la primera estructura de este tipo que se abre en el país con fines turísticos. Y es que es un recurso fantástico para atraer a los millones de turistas internos de toda la geografía nacional.
Hace un año se abrió el puente de cristal más alto y largo del mundo, de 430 metros de longitud y a 300 de altura, en el espectacular parque natural de Zhangjiajie. Bien es cierto, que hubo que clausurar esta infraestructura de record temporalmente dos semanas después de su inauguración porque la desbordante afluencia de turistas superó la generosa previsión de ocho mil turistas diarios.
Cerca de una docena de puentes y pasarelas similares se han ido estrenando en las zonas naturales de China, como la pasarela de 100 metros de longitud que serpentea con 99 curvas en la montaña Tianmen, apodada con justicia "Coiling Dragon Cliff", también en el Parque Nacional Zhangjiajie.
El “Camino de la Fé” en este mismo entorno o el mirador acristalado que sobresale 32 metros de un monte a las afueras de Pekín ubicado a 400 metros de altura son otras muestras del éxito de este material, que no se limita a entornos naturales pues no hace mucho que se ha dotado a uno de los rascacielos más altos de Shanghái, Torre Jinmao, de otra pasarela de cristal con impresionantes vistas en el piso 88.
Sin embargo, aunque es un recurso turístico excelente, también provoca más de un ataque de pánico y miedo por más que se lleven a cabo demostraciones de la seguridad como esta: