El nuestro es un país donde las reservas hidrológicas parecen siempre menguantes; a 12 de septiembre de 2017, los embalses se encontraban al 41,24% de su capacidad, con 23081 hm3 de agua, según Embalses.net. España reutiliza el 20% del agua, muy poco en comparación con Israel, que da uso al 85% de la misma.
Y ha sido precisamente en Tel Aviv, donde se ha celebrado la Water Technology Environment Control WATEC Israel 2017, un foro internacional donde expertos, profesionales, investigadores y fabricantes ponen sobre la mesa las más relevantes innovaciones en la tecnología del agua.
Ante la escasez de este recurso, una de las soluciones que ha puesto sobre la mesa este foro ha sido la posibilidad de reutilizar las aguas residuales, no sólo para regadío o uso industrial, como ya se viene haciendo, sino para consumo humano.
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La idea a priori genera un cierto rechazo entre la población, pero dado que los riesgos para la salud son inexistentes y las sequías van en aumento, rincones del planeta como California o Singapur lo han puesto ya en práctica, pero con cautela. Por el momento, se mezcla en una pequeña proporción con el suministro normal de agua potable, pero la tendencia avanza al alza.
La regeneración o reciclaje del agua es imprescindible para una buena gestión y aprovechamiento del agua, y por ello esta cita internacional ha mostrado usos tecnológicos para lograrlo de la forma más rápida, barata y eficiente.
Pero ha ido mucho más allá acudiendo a la utilización del “big data” para la detección de fugas -por dónde se pierden miles de litros de agua diariamente-o la optimización y automatización del riego de cultivos (en términos globales, se calcula que un 70% del agua se destina a este fin).
Pero la cuestión no queda aquí: la educación, la captura de la mayor cantidad posible de precipitaciones, y demás mejoras en las infraestructuras de tratamiento de aguas son otros pilares sobre los que trabajar para dar el uso óptimo a este escaso recurso.
