El templo expiatorio de la Sagrada Familia no es sólo una obra Patrimonio de la Humanidad para UNESCO o el máximo exponente del modernismo personalista del genio más que del arquitecto Antoni Gaudí. Esta basílica católica es una edificación llena de historias y curiosidades y hace las delicias de cualquier investigador, amante de la historia, de la arquitectura y del arte.
Pero los fans de la tecnología y la ingenieria también tienen aquí un amplio campo para su disfrute.
Iniciada en 1882, todavía está en construcción, con lo que ha terminado por considerarse de los proyectos arquitectónicos más largos del mundo. Y es que desde que Gaudí se hiciera cargo del proyecto, trabajó sabiendo que él no vería sus formas imposibles y que sería fruto del trabajo de muchas generaciones.
Y todos los profesionales que han intervenido han luchado para superar los obstáculos principales: la complejidad de los diseños y la destrucción de sus planos y maquetas en plena Guerra Civil, que contribuyeron aún más al mito del templo, al emparedar los restos destruidos para conservarlos.
La reconstrucción fue costosa, incluso aproximándose a un trabajo arqueológico de reunión de piezas. De hecho, fue necesario ir más allá de los propios programas informáticos utilizados en Arquitectura. Software propios del ámbito de la ingeniería automovilística y aeronáutica han servido para crear modelos digitales que respondan a la vanguardia propia del artista catalán.
El escaneado de los modelos y de las partes ya finalizadas del templo sirve para erigir un modelo completo, incluso de las partes incompletas, utilizando coordenadas y programas paramétricos.
Las impresoras 3D llegaron después en el tiempo y han sido clave para conseguir modelos en yeso con ese estilo ecléctico y único que marcó Gaudí, imitando a la naturaleza con perfección técnica.
Y la realidad virtual ha sido la última innovación llegada al proyecto al servicio de completar aquello que no podemos ver con el ordenador, permitiendo definir los parámetros con total exactitud.
En definitiva, la tecnología ha sido un gran aliado, sobre todo para aligerar los plazos, pues gracias a su aplicación se estima que en 2026, un siglo después del fallecimiento de Gaudí, habrá finalizado el trabajo arquitectónico. Y así será en 2026, con su torre central de 172 metros y su fachada de la Gloria hecha realidad