En el lago Onega, en la frontera rusa con Finlandia, encontramos infinidad de pequeñas islas entre las que ocupa un destacado lugar la de Kizhi, por su histórico conjunto arquitectónico erigido en madera.
Rodeado de leyendas, el Kizhi Pogost se ganó el reconocimiento de la UNESCO como sitio del Patrimonio de la Humanidad en 1990. Estas edificaciones aportan a la isla treinta y tres bóvedas bulbosas: 9 cúpulas de la Iglesia de la Intercesión y 22 de la Iglesia de la Transfiguración, ambas construidas en el siglo XVII, a las que se suma un campanario octogonal terminado en 1862.
La Iglesia de la Transfiguración es de los últimos ejemplos de una elaborada forma de arquitectura eclesiástica de madera del norte de Rusia, con niveles octogonales reforzados con extensiones rectangulares en los puntos de la brújula.
Construida en 1714, llama poderosamente la atención por los hastiales circulares y cúpulas que coronan su estructura y que están cubiertas con alrededor de 30.000 tejas de álamo.
La cúpula también llamada de cebolla, heredada del imperio bizantino, es una constante que se ha convertido en Rusia en tradición, donde han adquirido gran variedad y un particular simbolismo la llama de la vela que como la de la fe trata de llegar al cielo (además de, en un sentido práctico, desaguar la lluvia e impedir la acumulación de nieve).
Pero ¿qué pensarías si te cuento que en toda la iglesia no hay un solo clavo o tornillo? Pues este dato forma parte de la leyenda que cuenta que fue necesaria una sola noche para elevarla a sus 37 metros de altura.
Y aunque la fantasía popular ha difundido que el carpintero Néstor construyó la iglesia de la Transfiguración con una sola hacha, que luego tiró al lago diciendo “No la hubo y no habrá otra iglesia como esta”, en San Petersburgo con 25 cúpulas, se erige su hermana ‘casi gemela’, la Iglesia de la Intercesión de la Virgen Santa .