En la costa de la ciudad danesa de Aarhus y bajo la dedicada batuta de los arquitectos locales Gjøde & Povlsgaard, cobraba forma el “Puente infinito”, que si bien el equipo del mismo lo describe como una escultura junto al mar, es una pasarela peatonal, posicionada mitad en la arena de la playa, mitad en el agua del mar, formando una circunferencia de 60 metros de diámetro.
La infraestructura, que fue construida para la cita anual de la ciudad A sculpture by the sea en 2015, tiene 188 metros de perímetro y se compone de 60 elementos de madera idénticos, colocados sobre pilares de acero ubicados a dos metros de profundidad en el fondo marino. Las piezas, que suman un peso de 250 kilogramos, fueron construidas por los estudiantes de Aarhus Tech, y posteriormente ensambladas in situ.
Y es que “caminando sobre el puente experimentas el paisaje cambiante en cuanto a composición panorámica sin fin”, pues ofrece en su recorrido extensas vistas de un pintoresco entorno, compuesto por el horizonte de la ciudad, el puerto, la naturaleza y su relación con el mar, que ha convertido una vez más, una infraestructura en una atracción turística hasta evolucionar a erigirse en símbolo de la ciudad.
Pero además, este puente establece una conexión histórica con un mirador olvidado en medio del mar de frecuente utilización en las rutas de navegación cuando los visitantes de la ciudad y del resto del país se acercaban a conocer el Palacio de Varna, construido en 1909, en el borde del bosque, frente al mar.
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