La Sagrada Familia es y será por mucho tiempo objeto de trabajo, admiración, investigación y controversia por las especiales circunstancias que rodean su concepción y construcción.
En consonancia con los tiempos, el debate se desarrolla hoy entre tuiteros que incluso llegan a hacer creativas elucubraciones relacionando el diseño del genio catalán con el tatuaje de un cantante de moda logrando miles de followers y RT.
Pero la gran obra de Gaudí es de nuevo noticia al avanzar en su camino para dejar de ser la gran obra inacabada. Una nueva cruz de 7,5 metros de altura y 18 toneladas de peso ha venido a coronar la fachada de poniente.
Diseñada para incluir todas las experiencias de Jesucristo en sus últimas horas de vida tras una experiencia que casi lleva al propio Gaudí a la muerte, a la fachada de Poniente sólo le faltaba la Cruz de la Victoria que desde ayer destaca sobre su pórtico.
Esta Cruz se representa sin el Cristo, pues es una cruz triunfal, y está acompañada por tres ángeles a sus pies en representación figurativa que el escultor Lau Feliu ha elaborado en travertino romano, material noble utilizado por su calidad desde la antigüedad.
Sin embargo, la cruz se ha elaborado en piedra maciza, concretamente en granito procedente de la región francesa del Tarn, que ya ha sido utilizada en esta parte del templo. Además de ello, la geometría de la cruz, con brazos de doble giro – la misma que se ha utilizado las columnas del interior de la Sagrada Familia- y el hecho de que solamente está encastrada en la base y su considerable anchura, la convierten en un elemento estructuralmente complejo.
Para solventar esta complejidad, tras la experiencia con los paneles tesados para las torres, se optó por una solución similar: piedra tesada por barras de acero que desde el interior de sus piezas comprimen las piedras unas contra otras.
Cada grúa colocada para instalar un nuevo elemento, es un paso más, pero aún queda recorrido al Templo Expiatorio de la Sagrada Familia para poder ver la obra más emblemática de Antoni Gaudí en todo su esplendor. La fecha que se baraja es 2026, pero como decía el catalán al ser preguntado por ello: “Mi cliente no tiene prisa”.
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