Superados los tiempos del Concorde, que hace ya 15 años unía Londres y Nueva York en tres horas y media y ante las promesas del Hyperloop de Elon Musk y el T-Flight chino, el mercado vive un proceso similar a la carrera espacial, pero en el ámbito de los aviación comercial, luchando por tener el avión más rápido y hacerlo el primero. Pero los retos son numerosos.
La última en unirse a esta competición de las aeronaves hipersónicas ha sido la compañía aeroespacial Boeing quien ha avanzado su intención de sacar al mercado un avión de diseño afilado y triangular, con peculiares alas en la cola, que pretende alcanzar una velocidad de cinco veces la del sonido.
El Mach 5, que así se denomina el prototipo, viajará según los planes de la compañía a más de 6000 kilómetros por hora, consumiendo únicamente dos horas en un viaje entre Nueva York y Londres o tres para llegar desde Los Ángeles a Pekín.
Pero el trabajo para lograrlo será arduo, no sólo en la búsqueda de materiales capaces de soportar y facilitar tal velocidad, sino en las formulas para propiciar el confort de los viajes comerciales.
Pero como hemos destacado, Boeing ha sido la última en unirse a este reto por ser el más rápido, ni mucho menos el único. El magnate americano Richard Branson, de la mano de Boom Tecnology, trabaja en el XB-1, el prototipo que servirá para hacer un Mach 2.2 comercial, es decir, un avión que viaje al doble de la velocidad del sonido.
Lockheed Martin trabaja, por encargo de la NASA, en un experimental X-plane para lograr un Low-Boom Flight Demonstrator (LBFD), un avión que viaje a una velocidad de 1500 kilómetros por hora pero que resulte silencioso en su vuelo.
Y no nos olvidemos de los ingenieros chinos…
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