De ser construcciones donde numerosos aficionados gritaban hacinados a favor de un club de fútbol a erigirse en monumentos modernos e iconos urbanos: los estadios de fútbol han evolucionado mucho en su diseño.
Y tanto lo han hecho que algunos se convierten en edificaciones emblemáticas de la mano de reputados arquitectos, como el Estadio Olímpico de Pekin, firmado al igual que el Allianz Arena en Múnich, por Jacques Herzog y Pierre de Meuron o el nuevo estadio de Wembley, en Londres, con el sello de Norman Foster, que también han puesto su impronta en el que se levanta en Qatar para albergar la Copa del Mundo de Fútbol 2022: Lusail Stadium.
Si las instalaciones deportivas qataríes para el próximo Mundial se hicieron tristemente famosas en los inicios de su construcción por las condiciones laborales y siniestralidad en sus obras, hoy captan la atención por su magnificencia, complejidad técnica y elevados presupuestos, y en casos como el estadio principal, por llevar aparejada la creación de una ciudad, Lusail, que acogerá cerca de trescientos mil habitantes o el estadio Ras Abu Aboud, una estructura desmontable que podría ser usada en futuras competiciones en otras partes del mundo.
Pero esta tendencia a maravillar no se estila sólo por los emiratos árabes; es como decimos, una tendencia global. El nuevo estadio del Totenham, que previsiblemente abrirá sus puertas el próximo mes de marzo, ha costado 900 millones de euros, se construye desde 2015 y acogerá a más de 62.000 espectadores en el que se espera sea uno de los estadios más impresionantes del planeta.
En el último Mundial, en Rusia, se invirtieron en total 4.575 millones de euros en estadios y demás instalaciones deportivas, siendo 1.290 sólo para levantar el campo del Zenit de San Petersburgo.
Y aunque con costes mucho más ajustados, tenemos en nuestro país, el ejemplo del Wanda Metropolitano, el campo del Atlético de Madrid, que siguiendo la pauta de los nuevos estadios -a los que también quieren asemejarse con sus grandes proyectos de reforma el Santiago Bernabeu, en Madrid, o el Camp Nou, en Barcelona, entre otros – se adaptan a las necesidades y comodidades de hoy en día, en términos de seguridad, sostenibilidad de materiales y proceso constructivo, niveles de confort, instalaciones de ocio, eficiencia energética, tecnologías y mucho más.
Y es que hoy en día los estadios de fútbol son mucho más que instalaciones deportivas, son reclamos turísticos, motores económicos, elementos clave en la urbanización de zonas periféricas, son monumentos modernos y a menudo, obras de arte.
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