Soy consciente de que el título de hoy despierta recelos y suscita mucha incomodidad en numerosas personas y organizaciones, pero creo que el tema es uno de los que más controversia suscita hoy en día por las consecuencias que se derivan del mismo.
Antes de nada, permitidme que hable de las creencias que cada uno tenemos, cuando hablamos sobre un determinado tema, como el resumen del conjunto de conocimientos y experiencia que una persona acumula sobre el mismo y que le permiten discernir una realidad que considera la realidad.
Las creencias son parte de nosotros mismos y nos suelen dar fortalezas más que debilidades, pero también es cierto que, por higiene mental, conviene de vez en cuando poner en tela de juicio algunas creencias que nos limitan e impiden crecer como personas o como profesionales.
Yo tengo mis propias creencias sobre el tema del agua que son fruto de la experiencia y las vivencias experimentadas y que, como es lógico, se han ido asentando a lo largo de los años. Voy a tratar, en este primer blog sobre el precio del agua, evitar introducir muchas de mis creencias, pero seguro que alguna se deslizara de forma consciente y otras de forma inconsciente.
Mi primera creencia: Entiendo que los partidos políticos, las organizaciones medioambientales, las asociaciones de vecinos, etc., están formadas por personas que tienen también sus propias creencias y que son tan dignas y respetables como las mías, ya que están basadas en sus ideas, ideales, experiencia y conocimiento y no son fruto de intenciones espurias o torticeras.
Entrando en materia, me gustaría establecer el marco del problema con el fin de centrar el tema y partir de unos hechos aceptados por todos los agentes involucrados:
El agua es un bien de primera necesidad para la vida
Para disponer de agua en nuestros domicilios es necesario disponer de unas infraestructuras hidráulicas que garanticen el suministro en cantidad y calidad
Para evacuar, de nuestros domicilios, las aguas residuales usadas, no consumidas y contaminadas, es necesario disponer de unas infraestructuras hidráulicas
Para proteger el medio ambiente de las aguas residuales es necesario disponer de instalaciones de depuración que eviten el vertido directo de las mismas.
Es obvio que realizar las infraestructuras y mantenerlas en servicio tiene unos costes económicos que alguien tiene que abonar, tanto para garantizar el abastecimiento como el saneamiento y la depuración.
Realizar las infraestructuras y mantenerlas en servicio tiene unos costes económicos que alguien tiene que abonar, tanto para garantizar el abastecimiento como el saneamiento y la depuración.
Además, se incurren en unos costes de operación que incluyen los siguientes conceptos:
Coste fijo (independiente del caudal consumido) por disponer del servicio de agua potable.
Coste fijo por disponer del sistema de saneamiento.
Coste fijo por disponer del sistema de depuración.
Coste variable (dependiente del caudal consumido) por tratamiento: para operar las estaciones de tratamiento de agua potable (E.T.A.P.).
Coste variable para distribución: para operar los sistemas de bombeo y las redes de distribución.
Coste variable para saneamiento: para operar las redes de saneamiento, estaciones de bombeo y estanques de tormentas.
Coste variable por depuración: para operar las estaciones depuradoras de aguas residuales (E.D.A.R.).
En resumen, el servicio de abastecimiento, saneamiento y depuración de aguas tiene unos costes asociados necesarios para que los usuarios puedan disfrutar de los mismos con las garantías adecuadas en cuanto a calidad y cantidad.
Mi segunda creencia: El servicio del agua tiene que tener un precio. Antes de exponer mi creencia sobre si el agua, como bien básico para la vida, debe tener un precio es necesario profundizar en las particularidades que rodean a los servicios de aguas, aunque eso lo dejaremos para otro día.
CONTINUARÁ... (ver parte 2)
¿Quieres aprender a diseñar una EDAR? Consulta el programa y comienza el curso de forma gratuita
