Nos situamos en Turín, la capital piamontesa sede de la Casa Real Saboya y, desde finales del siglo XIX, parte del triángulo industrial transalpino, junto a Génova y Milán. Esta ciudad cuenta con una gran herencia automovilística, pues alberga míticas marcas de coches tales como: FIAT, Alfa Romeo, Lancia o Abarth.
Y es justo de la Fabbrica Italiana Automobili Torino (FIAT) de la que vamos a hablar en este post. En 1916, durante la primera guerra mundial, se decide construir un gran complejo industrial que concentre toda la producción de los automóviles a las afueras de Turín. El elegido por Giovanni Agnelli fue un joven arquitecto italiano, Giacomo Mattè-Trucco. La construcción duró 4 años, viéndose finalizada en 1921.
El proyecto consistió en un enorme bloque de 5 plantas y alrededor de 500 metros de largo por 100 de ancho, siendo el primer gran edificio construido en hormigón armado en Italia. Estas dimensiones le otorgaron el honor de ser el edificio más grande de Europa, dando empleo a 12000 operarios en su interior.
La rompedora aportación más allá de su llamativa estética y la modernidad de su tipología constructiva fue la organización del proceso industrial, evolución del modelo fordista, auténtica revolución en la época: las piezas entraban por la planta baja, y el coche se iba ensamblando y montando conforme ascendía, en un flujo contínuo de la producción. La magia sucedía al llegar a la última planta, donde el coche estaba terminado y se comprobaba que funcionaba correctamente en la pista de pruebas de 1,5 km sobre la azotea. Si el resultado era favorable, descendía por una magnífica rampa helicoidal para ser transportado al punto de venta.
La disposición de la pista sobre la cubierta es una particularidad realmente inverosímil para la época e incluso para nuestros días, un gesto arquitectónico justificado con una lógica muy firme, pero profundamente sugerente y singular.
A finales de los años 30, la fábrica comenzó a mostrar signos de obsolescencia, y se proyectó el nuevo macrocomplejo industrial en Mirafiori. Sufrió graves daños durante la segunda guerra mundial, pues fue un objetivo a destruir por su capacidad industrial y se convirtió en un edificio clave para la resistencia partisana.
Finalizada la guerra, se trasladó definitivamente la mayor parte del volumen de fabricación a Mirafiori, quedando una producción residual de piezas y electrodomésticos. Finalmente en 1982 se convocó un concurso para la rehabilitación y reconversión del edificio, ganado por el arquitecto genovés Renzo Piano, operando a partir de entonces como un edificio híbrido polifuncional: sala de conciertos, museo, cine, hotel, gimnasio, restaurante, tienda e incluso la escuela de arquitectura del Politecnico di Torino.
Por último, en 2021 se produjo la transformación de la pista superior, introduciéndose vegetación y un pequeño museo dedicado al FIAT 500, convirtiéndose en el jardín en cubierta más grande de Europa.
La potente imagen del edificio se convirtió en un auténtico símbolo de la modernidad de FIAT y de Turín, alabada por figuras tales como Le Corbusier, que la calificó como: "una de las mejores imágenes de la industria" y "guía a seguir para el diseño de las ciudades”. Su imagen forma parte de la cultura popular, apareciendo en películas como “The Italian job” o en grandes acontecimientos como los Juegos Olímpicos de Invierno 2006, siendo sede de algunos de sus eventos.
Fuentes